Coyuntura

UE impone aranceles de hasta 48% a autos eléctricos chinos, avivando tensiones comerciales

En una decisión que podría transformar las dinámicas comerciales entre Europa y China, los países miembros de la Unión Europea han dado luz verde a la implementación de aranceles que podrían alcanzar hasta el 48% sobre los automóviles eléctricos provenientes de China. Esta medida, aprobada el pasado viernes, ha revelado divisiones dentro del bloque europeo y anticipa una respuesta enérgica del gigante asiático.

La aprobación se logró tras el voto favorable de 10 países, con Francia a la cabeza, mientras que 5 naciones, lideradas por Alemania, se opusieron, y 12 se abstuvieron. La Comisión Europea planea aplicar estos aranceles a partir de noviembre, argumentando que los vehículos eléctricos chinos se benefician de subsidios ilegales que distorsionan la competitividad del sector automovilístico europeo. Se prevé que estos aranceles se formalicen de manera definitiva en un plazo de cinco años, a contar del 31 de octubre.

A pesar de la medida, Bruselas ha declarado su intención de continuar las negociaciones con Pekín para alcanzar una solución amistosa, en un contexto donde algunos países, como Alemania y España, han expresado su preocupación sobre las repercusiones de tensar las relaciones con China. En respuesta, el gobierno chino ha calificado la medida de «proteccionista» y ha advertido que podría desencadenar una guerra comercial.

El sector de vehículos eléctricos es fundamental para la UE, especialmente con el objetivo de eliminar la producción de automóviles con motores de combustión para 2035. Sin embargo, la competencia de China y la falta de competitividad han llevado al cierre de varias plantas en Europa. Además, el paquete de medidas también afectaría a fabricantes no chinos que operan en China, como Tesla, que podría enfrentar un arancel del 7.8%.

Divergencias entre Francia y Alemania

La implementación de estos aranceles ha generado un fuerte debate entre Francia y Alemania, las dos economías más grandes de la UE. Francia defiende la medida como esencial para equilibrar la competencia, argumentando que las empresas automovilísticas europeas están en desventaja frente a sus competidores chinos. Por otro lado, Alemania, que ha realizado importantes inversiones en China, advierte que la UE no debe perjudicarse a sí misma y aboga por continuar las negociaciones con el gobierno chino.

El ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, ha manifestado su preocupación, afirmando que la Comisión «no debe desatar una guerra comercial», sino buscar una «solución negociada» con Pekín.

Esta situación seguirá desarrollándose y se espera que impacte no solo a la industria automotriz, sino también a las relaciones comerciales entre Europa y China en el futuro.

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