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Restaurante Mi Chola, Un sabor nacional

El restaurante ubicado en la zona de Sopocachi ofrece un menú que motiva todos los sentidos y que trae remembranzas de la gastronomía nacional.Los ambientes del restaurante Mi Chola retan a los sentidos. Sus paredes tienen bellos cuadros con pinturas y fotografías de la icónica mujer de pollera. Al mismo tiempo, los oídos se solazan con una romántica cueca tarijeña. Después llega el chef con un platillo que tiene color, forma, aroma y sabor a boliviano.

Miguel Ángel Fernández —copropietario de Mi Chola— recuerda los momentos en que su mamá y abuela preparaban algún platillo criollo, aunque no dejaban que se quedara mucho tiempo porque “la cocina es para las mujeres y los varones tienen que estar en el campo”.

Tal vez ése fue el inicio para que él empezara a trabajar como lavaplatos en un restaurante de comida italiana y luego estudiara gastronomía.Con la juventud como principal motor de su vida, Miguel viajó a Perú, Chile, España, Francia y Portugal, con el objetivo de seguir aprendiendo a cocinar. Mientras hacía prácticas en un local de San Sebastián (España) notó que preparaban platillos con alimentos bolivianos, como la papa pinta boca (un tubérculo de color morado), el isaño (tubérculo amarillo) y la rachaca, pero que los presentaban como culnaria ecuatoriana.

Por ello es que tuvo la idea de abrir un restaurante en Bolivia para promocionar los productos nacionales, no solamente a los extranjeros, sino también a los bolivianos.De esa manera, en mayo de 2018 abrió Mi Chola, con el objetivo de mostrar “mi esencia y mi cultura a través de la mujer de pollera”.

El local se encuentra en un lugar enigmático de La Paz, en Sopocachi, conocido por ser tranquilo y con un espíritu hogareño. El Pasaje Medinacelli es mucho más hipnotizante, ya que se trata de una vía peatonal y empedrada, con murales que adornan las paredes.

Dentro de la caja de madera hay pelos de choco, que se asemejan a un nido que guarece a tres panecillos anaranjados. El chef prende fuego a la preparación, cierra caja y espera unos segundos. Al abrir el envase sale un humo que resume los sabores de la huminta.

“Hubiera querido que mi abuela me viera cocinando”, dice Miguel Ángel en un momento de descanso, cuando cuenta cómo fueron sus inicios en la gastronomía, con un fondo musical para exacerbar los sentidos de Mi Chola. Un menú siempre diferente

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