El estrés y su cuerpo
El estrés es un sentimiento de tensión emocional y física, se puede originar de cualquier situación o pensamiento que haga nos haga sentir frustrados, enojados o nerviosos.
Es un sentimiento normal. Hay dos tipos de estrés.
Estrés agudo: Es a corto plazo que desaparece rápidamente. Puede sentirse cuando presiona los frenos, pelea con su pareja o esquía en una pendiente, te ayuda a controlar las situaciones peligrosas. También ocurre cuando hace algo nuevo o emocionante. Todas las personas sienten estrés agudo en algún momento u otro.
Estrés crónico: Dura por un periodo prolongado, puede tener estrés crónico si tiene problemas de dinero, problemas en el trabajo, etc. Cualquier tipo de estrés que continúa por semanas o meses es estrés crónico. Puede acostumbrarse tanto al estrés crónico que no se dé cuenta que es un problema. Si no encuentra maneras de controlar el estrés, este podría causar problemas de salud.
El estrés y su cuerpo
Nuestro cuerpo reacciona ante el estrés al liberar hormonas. Estas hormonas hacen que nuestro cerebro esté más alerta, causar que los músculos se tensionen y aumentar su pulso. A corto plazo, estas reacciones son buenas porque pueden ayudarnos a manejar la situación que causa el estrés. Esta es la manera en que su cuerpo se protege a sí mismo.
Cuando tenemos estrés crónico, nuestro cuerpo se mantiene alerta incluso cuando no hay peligro. Con el tiempo, esto le pone en riesgo de problemas de salud, incluyendo:
- Presión arterial alta.
- Insuficiencia cardiaca.
- Diabetes.
- Obesidad.
- Depresión o ansiedad.
- Problemas de la piel, como acné o eczema.
- Problemas menstruales.
Signos de demasiado estrés
El estrés puede causar muchos tipos de síntomas físicos y emocionales. Algunas veces posiblemente no se dará cuenta de que estos síntomas son ocasionados por el estrés. Aquí hay algunos signos de que el estrés le puede estar afectando:
- Diarrea
- Mala memoria
- Dolores y achaques frecuentes
- Dolores de cabeza
- Falta de energía o concentración
- Problemas sexuales
- Cuello o mandíbula rígidos
- Cansancio
- Problemas para dormir o dormir demasiado
- Malestar de estómago
- Uso de alcohol o drogas para relajarse
- Pérdida o aumento de peso