PROGRAMACION WEB: LA EQUIVOCADA PERCEPCION DE A MAYOR EDAD, MENOS CAPACIDAD DE APRENDER NUEVAS TECNOLOGIAS
Una nueva investigación realizada con trabajadores de Barcelona, Silicon Valley o India muestra la percepción que existe sobre los empleados mayores en el sector tecnológico.
El cordobés Manolo Hidalgo era el dueño de una empresa de camisetas personalizadas, regalos de ‘merchandising’ y publicidad cuando decidió cambiar de vida. Después de 14 años como autónomo, a punto de cumplir la edad de Cristo, hizo algo a lo que poca gente se atreve: se lanzó a estudiar programación.
Aunque la mayoría de sus amigos y familia le apoyaron, empezó a escuchar esa clase de comentarios que surgen cuando uno estudia un ciclo superior a su edad: “Pero si tienes un negocio y te va bien, ¿por qué cambias?”; “Con la edad que tienes va a ser muy difícil que encuentres trabajo”. Hoy presume de que le dieron las notas un 18 de junio y entró a trabajar el 5 de julio en la empresa en la que había hecho las prácticas. Es programador SAP en NTT Data Spain (la antigua Everis).
El de Manolo es un caso excepcional en un sector donde los mayores de 35 parecen sospechosos de haberse quedado atrás en un mundo de lenguajes de programación que se renueva constantemente. Por no decir directamente “viejos”. Se trata de una denominación maniquea: o eres “joven” (menor de 30) o eres “viejo” (mayor de 35). Simplemente, no hay una categoría intermedia. Es lo que muestra una investigación de Andrea Rosales y Jakob Svensson que se ha publicado esta semana, en la que analizan las percepciones sobre la edad en el sector tecnológico a través de entrevistas con profesionales del sector en Barcelona, Silicon Valley, Berlín, Houston, Tel Aviv y Bangalore.
“Según nuestros entrevistados, los trabajadores de más de 35 se consideran ‘viejos’ en la industria tecnológica”, concluyen. “Se espera que sean jefes, se piensa que van a estar menos interesados en las nuevas tecnologías y que van a tener más problemas a la hora de aprender nuevo ‘software”. Esta discriminación por edad es una herencia oscura de la cultura juvenil de Silicon Valley. “Hemos hablado con trabajadores de todo el mundo, de grandes empresas y ‘startups’, y la regla nunca escrita es que no se contrata a un programador mayor de 35”, explica a El Confidencial Rosales, investigadora del instituto IN3 de la UOC y profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.
Una de las participantes del estudio, una mujer de más de 50 que trabaja en Silicon Valley, coincide en que, si eres un hombre cincuentón y blanco, es imposible que te contraten. Como recuerda Rosales, es una cuestión de contexto: si dichos trabajadores se perciben como mayores es porque la edad en esos puestos suele ser baja. Una encuesta de Stack Overflow publicada el año pasado mostraba que el grueso de los programadores tiene menos de 35 años (71,51%). La mayoría, un 39,52%, entre 24 y 35. Un 18,42% tiene entre 35 y 44, y tan solo un 10,06%, más de 44. Según la misma encuesta, el 53,06% de los programadores escriben su primera línea de código entre los 11 y los 17 años. Un 24,1% entre los 18 y los 24 y solo un 5,04% entre los 24 y los 34.
La barrera insalvable.
La investigación recoge las declaraciones de un programador de veinte y pocos años de Barcelona: “El problema de los jefes de más de 40 es que no entienden el verdadero potencial de esta tecnología”. Para Juan María Hernández, programador con 20 años de experiencia en IGT Microelectronics, es un razonamiento estúpido. “No tiene sentido”, responde a El Confidencial. “Estamos hablando de un trabajo intelectual, donde el conocimiento y la experiencia juegan un papel fundamental. Eso requiere tiempo, aunque el tiempo por sí solo no garantice ninguna de las dos cosas. Si fuese un trabajo físico, como el de un deportista de élite, está claro que la edad sería un factor determinante”
El programador publicó en 2015 una entrada en su blog titulada “viejos de 30 años” en la que denunciaba la visión idealizada de la juventud que se ha exportado desde Silicon Valley. El mito del genio adolescente a lo Mark Zuckerberg ha generado visiones idealizadas de la juventud, como expone Dan Lyons en ‘Disrupción’, en el que cuenta su “humillante” paso por HubSpot a los 52 años. “No encajaba bien con esa cultura de empresa”, explicó a El Confidencial. “No me querían cerca. Me veían como una carga, como si tuviesen que cuidar de mí”.
“El mundo de las ‘startups’ y de la formación darían para unos cuantos artículos”, añade Hernández. “Supongo que habrá algún genio autodidacta que ‘se coma el mundo’ con 15 años, igual que hay futbolistas que triunfan muy jóvenes, pero dudo que sea el caso más habitual”. La investigación recuerda que, debido a su pasado histórico de “hippies’ y ‘hackers’, rebelión adolescente y antiautoritarismo”, la cultura empresarial del sector se ha identificado con la juventud. Como explica la investigadora, algunos de los entrevistados ocultaban su edad o consideraban que habían sido contratados porque los contratadores no se habían fijado en la fecha de su carné.
La mayoría de las oficinas tecnológicas están pensadas, de hecho, para trabajadores veinteañeros, con sus áreas de esparcimiento, diversiones y bebida y comida gratis. Rosales y Svensson cuentan en la investigación que, a medida que visitaban empresas para llevar a cabo su investigación, se quedaron sorprendidos por “el tamaño de sus oficinas y la cantidad de servicios gratuitos, arte exquisito y comida deliciosa disponible sin tener que abrir la cartera”. Entre ellos, se encontraban talleres de reparación de bicicletas, parrillas para barbacoas y talleres de arte para aprender a diseñar pósteres.
Tiempo y dinero.
No se trata tan solo de una cuestión de cultura, sino también económica. Otro de los entrevistados, un programador barcelonés de más de 30 años, se pregunta lo siguiente: “Mi empresa tiene siete años y, cuando empezó, todo el mundo que entraba era superjoven”, recuerda. “Ser mayor significa que tienes que contratar trabajadores con mucha experiencia, y los salarios no van aparejados”.
La juventud de los programadores es, por lo tanto, una forma de ahorrar costes. Hidalgo, por ejemplo, recuerda que cobra menos por ahora que como autónomo. Las ventajas, para él, son otras: “Me compensa, sobre todo, por tranquilidad y porque hay posibilidad de tener una carrera profesional, con la empresa a lo mejor ganaba algo más, pero le tenía que dedicar 24 horas al día, incluyendo fines de semana”, explica. “Aquí tienes horarios, vacaciones, baja de paternidad y en una empresa como en la que trabajo dispones de unas ventajas con las que un autónomo solo puede soñar. Aunque gane un poco menos, la calidad de vida es mucho mejor”.
La diferencia se encuentra en que, como suele ocurrir con profesiones técnicas en otros sectores, el techo salarial del programador no es muy elevado en comparación con otras posiciones. En otras palabras, debe dar el salto a la gestión si quiere cobrar lo que le corresponde por su experiencia. “Es algo que también está relacionado con los estereotipos, a medida que los programadores se vuelven gestores, puede ocurrir que tengas un jefe más joven que tú, y eso está muy mal visto, tanto para el jefe como para el empleado”, explica Rosales.
La consecuencia es la trampa del principio de Peter, en la que cada uno asciende hasta su nivel de incompetencia. Como recuerda Hernández, en España es muy difícil desarrollar una carrera con un perfil técnico, porque se da por hecho que a partir de cierta edad hay que dar el salto a gestionar equipos. “Se tiende a menospreciar al que hace cosas frente al que gestiona que otros hagan cosas”, valora. “Desgraciadamente, en muchos casos, la carrera profesional pasa por perder un buen técnico para ganar un gestor-vendedor mediocre”.
A Raúl, un programador de 42 años con varias décadas de experiencia, le ocurre algo parecido. Después de ser padre por primera vez, se ha dado cuenta de su situación. “Mi sector es bastante exigente, la tecnología se mueve muy rápido, y es necesario estar más o menos al día, pero eso requiere tiempo fuera del horario laboral”, explica. “Cuando tienes hijos, ese tiempo desaparece y, llegado un punto, te cuesta verte programando con 50 años junto a jóvenes de 25 o 30 que están en la cresta de la ola, porque no se les puede seguir el ritmo. Igual es casualidad o no, pero mi rol está evolucionando hacia la gestión últimamente, cosa que hace años no habría hecho ni loco”.
Se le puede dar la vuelta al razonamiento y preguntarse si, en realidad, la discriminación hacia los mayores no es una manera de extraer el máximo jugo a los jóvenes, a quienes se les atribuye una imagen de apasionados trabajadores vocacionales dispuestos a darlo todo durante las 24 horas del día, mientras que el empleado mayor adquiere una serie de cargas familiares. “Como joven, estás más dispuesto a poner tu pasión en el trabajo, pero depende del tema, no es lo mismo una empresa de videojuegos que la banca”, valora la investigadora. “Las empresas se aprovechan de eso: se ve en las ‘startups’, que explotan con sus empleados el sueño de convertirse en unicornios: «Vamos a dar juntos la vida por nuestro sueño”.
Como setas.
YouTube está lleno de vídeos motivacionales que recuerdan a los programadores mayores que nunca es tarde, el síntoma de que es una ansiedad común en la profesión. “Todas las semanas me preguntan: ‘Ya tengo 30 años, ¿es mi edad límite?’, ‘tengo 25, ¿soy demasiado mayor?’, ‘tengo 35-40 años, creo que no voy a poder dedicarme a esto”, se pregunta en un video el Youtuber Víctor Robles. “Es el estigma que tenéis muchos y no lo entiendo”, responde. Eduardo Fierro dedica otro vídeo al mismo tema: “Pensamos en un programador que desde pequeño es autodidacta y va a montar el próximo Facebook. La realidad no es esa. Con 35 años es posible encontrar trabajo, otra cosa es que te compensen los sueldos”.
Una de las razones son los mecanismos de financiación de las ‘startups’, que obligan a presentar una imagen joven, acorde con los estereotipos que circulan en el sector. “La lógica de la ‘startup’ es la de la pasión”, añade. “En ese sentido, es discriminatoria, porque tienes que buscar inversores y saben cuál es el perfil que atrae al inversor, que es el de un joven”. A medida que la filosofía ‘startup’ se extiende a otros sectores, es razonable pensar que esta clase de discriminación se extenderá.
Las compañías tecnológicas comienzan a cambiar sus discursos sobre diversidad, concluye Rosales, aunque aún falta mucho por hacer. “En LinkedIn, las empresas venden el discurso que son inclusivas, que aceptan a todo el mundo independientemente de su sexo, origen, edad, pero luego el ambiente de trabajo está diseñado para un perfil más joven”, concluye. “Hay que pasar del discurso a los hechos”.
Raúl matiza que la demanda sigue siendo alta, por lo que no es fácil que un buen programador termine saliendo del sistema tan fácilmente. Otra cosa, añade, es que cada cinco años se duplique el número de programadores en activo en todo el mundo, como calculó el ingeniero Robert C. Martin, lo que quiere decir que el 50% de programadores tiene menos de cinco años de experiencia: es un entorno naturalmente joven.
Mientras tanto, Hidalgo, que va a cumplir pronto su primer año entero como profesional de la programación a los 35, no sufre por el futuro. “La gente que dirige equipos ha empezado más joven, pero es la actitud lo que te hace avanzar. En el ciclo conocí a un compañero que acabó con 43 y en un par de años estaba dirigiendo un grupo de seis personas. Hay posibilidades de crecer”.