Nasrín Sotudeh, Activismo occidental
La iraní Nasrín Sotudé es activista y abogada defensora de los derechos humanos. Defiende a las minorías religiosas, las mujeres, los menores y los manifestantes frente al fraude electoral, la pena de muerte y las torturas perpetradas por el régimen.
Nasrín Sotudé se cuenta entre los pocos que asumieron con valentía la defensa jurídica de los disidentes detenidos en las protestas masivas de 2009 contra unas elecciones que consideraban fraudulentas. Ella misma fue detenida en 2010. Cuando se le concedió el Premio Sájarov en 2012, estaba cumpliendo una pena de seis años de cárcel por atentar contra la seguridad nacional, y llevaba siete semanas incomunicada y en huelga de hambre en la tristemente célebre cárcel iraní de Evin, en protesta por la presión judicial ejercida sobre su marido y su hija.
Pese a encontrarse muy débil, reunió las fuerzas necesarias para escribir un mensaje memorable al Parlamento Europeo que leyó por ella en la ceremonia de entrega su amiga, compañera y clienta Shirin Ebadi, galardonada con el Premio Nobel: «La historia de los derechos humanos y de los mecanismos que los garantizan ha recorrido un largo camino, aunque su consecución sigue dependiendo en gran medida de las intenciones de los Gobiernos, que son los mayores violadores de los derechos humanos». A los defensores de los derechos humanos y a los presos políticos Sotudé les dijo: «Como ustedes, soy consciente de que la democracia tiene un largo y difícil camino que recorrer».
Fue liberada inesperadamente en septiembre de 2013, por motivos que las autoridades iraníes no han revelado, pero su sentencia no fue revocada y todavía tiene prohibido abandonar Irán, por lo que no puede recoger el Premio Sájarov. No obstante, en diciembre de 2013, Sotudé logró reunirse en Teherán con la primera delegación del Parlamento Europeo que visitaba Irán en seis años. La reunión –durante la cual Sotudé se centró en la situación de los prisioneros políticos y denunció la falta de transparencia de los juicios celebrados en tribunales revolucionarios y no penales– provocó la ira de los halcones iraníes, que acusaron a Sotudé y a Yafar Panahi de sedición. Tras su salida de la cárcel, Sotudé reanudó su activismo, defendiendo a las mujeres víctimas de ataques con ácidos, las minorías religiosas y las campañas en favor de los derechos humanos, incluidas la que abogan por el fin de la pena de muerte. Las autoridades iraníes la han detenido temporalmente en varias ocasiones.
Sotudé tiene la intención de permanecer en Irán y de luchar en favor de reformas desde dentro. No obstante, ha tenido que pagar un alto precio por su determinación. En junio de 2018 fue arrestada y encarcelada por su apoyo a la oleada de protestas contra el uso obligatorio del hiyab y contra la tortura. En diciembre de 2018 se negó a comparecer ante el juez porque no se autorizó que fuera representada por un abogado de su elección. En marzo de 2019 fue condenada a treinta y tres años de prisión y 148 latigazos por poner en peligro la seguridad nacional, distribuir propaganda, pertenecer a asociaciones ilícitas, incitar a la corrupción y a la prostitución y aparecer en público sin un hiyab conforme a la sharía. El 11 de abril de 2019 fue galardonada con el Premio One Humanity, que concede PEN Canadá.