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3 lecciones de marketing enredadas en los tentáculos de «El juego del calamar»

El juego del calamar es mucho más que un «pelotazo» que se contempla con tanto disgusto como placer. En la producción de Netflix hay agazapadas también un puñado de valiosas lecciones para los marketeros.

Tanto aquellos que devoran series como si no hubiera mañana en Netflix como quienes se ufanan de ser inmunes al «binge-watching» habrán oído hablar de El juego del calamar. Hablamos, al fin y al cabo, de la que tiene la vitola de ser la serie más vista de todos los tiempos en la célebre plataforma de vídeo en streaming.

La serie surcoreana, que coloca bajo los focos a personas a las que la sociedad ha terminado endilgando el apelativo de despojos para enfrentarlas a un juego de supervivencia tan sádico con sangriento, se las ha ingeniado para pulverizar todos los récords en Netflix con una repulsiva amalgama de horror y ánimo de superación.

Aunque el primer guion de El juego del calamar vio la luz en 2009, hubo que esperar más de una década para que la serie comenzar a filmarse. Y es que nadie quería producir una historia tan violenta y descarnada (la misma que a día de hoy ha conseguido que millones de ojos se fijen a ella como lapas).

Pero El juego del calamar es mucho más que un «pelotazo» que se contempla con tanto disgusto como placer (rayano en la más compulsiva de las adicciones). En la producción de Netflix hay agazapadas también un puñado de valiosas lecciones para los marketerosEntrepeneur las disecciona a continuación:

1. El «word-of-mouth» logra lo que no consiguen las campañas de «paid media» más ambiciosas

El antediluviano «word-of-mouth» es probablemente lo primero con lo que se topa el lector cuando osa posar su mirada en libros de marketing de más de 100 años. Se trata de una técnica veteranísima que en los tiempos que corren algunos tildan ya de desfasada.

Sin embargo, el éxito de El juego del calamar, propulsado sobre todo y ante todo por el «word-of-mouth», demuestra que esta técnica sigue tan lozana como siempre (y es además más potente que nunca con la inestimable ayuda de las redes sociales).

Muchos espectadores han decidido ver la serie después de ser confrontados con miles de «memes» en Twitter, Instagram y TikTok (con el ánimo de no quedarse «out» y entender las bromas nacidas al calor de El juego del calamar).

La fuerza arrolladora del «word-of-mouth» en El juego del calamar demuestra, en todo caso, que esta técnica supera en eficacia hasta a la más ambiciosa campaña de «paid media». Y hay algo psicológico que sustenta esta idea.  A los seres humanos les encanta compartir con su círculo más cercano contenidos sangrientos y violentos (y sangre y violencia hay por supuesto a raudales en El juego del calamar).

2. Cuando una marca es viral en TikTok, está abocada (de manera casi impepinable) al éxito

TikTok está no solo reinventando la manera en que las marcas conectan con sus audiencias, está sentando también nuevos estándares para aproximarse al consumidor.

Hoy por hoy es totalmente aceptable que una gran marca publique en las redes sociales contenido que tiene a bote pronto una pátina sumamente «amateur» y no parece lo suficientemente profesional. Al fin y al cabo, el consumidor desea también relacionarse con las marcas de manera más auténtica e informal.

Así lo demuestra el éxito de TikTok, donde las marcas acostumbran a desprenderse de los kilos de maquillaje que llevan habitualmente encima en plataformas como Instagram.

Y es precisamente en TikTok donde El juego del calamar ha cosechado un éxito sin precedentes en las últimas semanas. En esta red social ha surgido millones de bromas virales al hilo de la serie de Netflix y muchos usuarios han terminado contemplándola precisamente por eso, para no quedar excluidos de un fenómeno global de dimensiones colosales y no estar a merced del temido «FOMO» (Fear of Missing Out).

3. No se sabe lo que desea realmente el consumidor hasta que se le muestra

El juego del calamar es mucho más que un éxito viral que tiene pegado al sofá al espectador. Es también un «show» que ha sido colmado de encendidas lisonjas por la crítica.

Y su estreno se ha producido además en el momento perfecto, cuando la audiencia parecía estar aburriéndose de series que comenzaban a parecer sospechosamente clones las unas de las otras.

El juego del calamar se ha atrevido a romper moldes y ha dejado claro que no siempre se puede predecir lo que gustará al consumidor (y no queda, por lo tanto, más remedio que mostrárselo y aguardar su respuesta).

Muy a menudo el espectador no sabe lo que quiere hasta que se le muestra aquello que precisamente estaba anhelando (de manera totalmente inadvertida).

El contenido que rinde pleitesía a las reglas de siempre puede concitar una atención más o menos mediocre por parte de la audiencia, pero aquel que arriesga y además se convierte en viral está condenado a ser un éxito (aunque solo sea por el marketing 100% gratuito que revolotea a su alrededor).

Fuente: marketingdirecto

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